Era un cálido día otoñal en Londres. Las hojas caían de los árboles para luego quedar olvidadas para siempre. Mark Morrison caminaba por las calles de la ciudad a grandes trancos. Las hojas crujían bajo sus pies mientras él pensaba en sus asuntos. Hacía ya casi tres años que había salido de la casa de sus padres y había comenzado a trabajar en la empresa. Ahora era ejecutivo, tomaba decisiones menores y todo gracias a que el resto de la gente eran unas incompetentes. Pero no podía seguir desperdiciando sus poderes. De repente, escucha unos extraños ruidos similares a disparos. Acelera el paso buscando la fuente de dichos sonidos, y se sorprende al terminar parado frente a un banco.
-Debí haberlo imaginado...- Pensó con resignación. No era nada más que un clásico robo en un banco. La gran cantidad de actos delictivos crecía día a día y cada vez habían menos héroes dispuestos a evitarlos. -Bueno, creo que la sociedad necesita de mis genes superiores- Dijo nuestro héroe en voz alta. Subió rápidamente las escaleras que se dirigian hacia la puerta principal, y entró al edificio estrepitosamente. Dentro, pudo observar a una gran cantidad de víctimas que se encontraban acostadas en el suelo con las manos en la cabeza, mientras 4 personas enmascaradas se encargaban de robar el dinero. Solo 3 de ellos poseían armas de fuego. Corrió utilizando su velocidad sobrehumana, para propinarle un fuerte golpe en la mejilla derecha al que poseía el arma más grande antes de que pudiera reaccionar, dejándolo fuera de combate. Ahora los otros dos ladrones lo apuntaban con sus armas.
-¡Q-Quieto! O... ¡disparare!- Dijo uno de ellos temerosamente. Mark se limitó a sonreir, y creó 2 clones que corrieron hacia estos delincuentes. La velocidad de estos era increíble, y comenzaron a golpearlos antes de que siquiera pudieran reaccionar. Dos menos.
-Hmph... principiantes...- Pensó Mark. Deshizo sus clones, y pudo observar como el cuarto ladrón se arrodillaba ante él, completamente aterrado. -¡Por favor, no me hagas daño! ¡T-Te daré una parte del dinero si me ayudas a escapar!- Dijo este, extendiendo unos billetes hacia el héroe. Mark solo se limitó a propinarle un fuerte puntapié en el mentón. -La gente como tu me repugna... eligen el camino más fácil y piensan que todos tienen un precio. Espero que te guste pudrirte en prisión-.
Luego de devolver el dinero a la agradecida cajera, ésta le dijo que ya había llamado a la policía para que apresara a los noqueados ladrones. Al recibir tantos elogios de ésta, Mark se limitó a decirle vanidosamente: -Le ruego que no lo mencione más, solo cumplía mi deber como ser superior.- Posteriormente, salió caminando con una sonrisa triunfante, para reanudar su camino.
Mientras caminaba, el héroe escuchó una sombría voz detrás de él. -¿Conque te crees un ser superior, eh?- Mark volteó la cabeza buscando a alguna persona que lo estuviera mirando, pero no encontró nada. Cuando se disponía a seguir caminando, recibió un fuerte puñetazo en la cara, que lo hizo retroceder. Ahora pudo observar a un hombre de avanzada edad frente suyo, con los puños en alto y una enorme sonrisa de oreja a oreja. -Vamos... si eres superior, ¡Golpéame!- Dijo sin perder esta sonrisa. Dominado por la ira, Mark se lanzó hacia el viejo intentado propinarle un fuerte golpe con sus nudillos, pero para su sorpresa, a pesar de estar utilizando su super velocidad, este pudo esquivarlo fácilmente.
-¿Eso es lo mejor que puedes hacer? Me decepcionas-. Lo único que hacía el viejo era aumentar la ira del héroe. Este trataba y trataba de golpearlo, sin dar en el blanco. El espectáculo que siguió fue digno de admiración, incluso similar a una coreografía. Mark lanzaba golpes, patadas, hasta cabezasos, que nunca llegaban a destino, mientras el viejo se movia ágilmente esquivando todo.
Pasados unos minutos, gotas de sudor caían por la cara de Mark. Al ver su intenso cansancio, el viejo bajó la guardia y procedió a hablarle.
-Lamento lo de antes... ¿Te apetecería acompañarme? Necesito hablar contigo. No te preocupes, solo será un momento.- Dijo con una sonrisa en la cara. Mark no podía salir de su asombro. El viejo acababa de golpearlo, habían estado riñendo hasta hace unos momentos, y ahora lo invitaba a hablar apaciblemente. Trató de balbucear unas palabras, pero había algo en el hombre, algo que le inspiraba tranquilidad. Sin decir más, el héroe siguió a su reciente némesis, mientras este caminaba tranquilamente y sin hablar, como si nada hubiera pasado. Llegaron hasta un auto algo viejo, pero en perfectas condiciones. Un precioso Mustang Shelby GT 500 del 67 perfectamente conservado. Ambos se subieron mientras el viejo tarareaba una antigua canción hace tiempo olvidada.
El hombre transitaba rápidamente por las calles de Lóndres, y Mark no salía de su asombro. A pesar de eso no pronunciaba palabra alguna, y esperaba pacientemente alguna explicación, por casi media hora. El auto frenó repentinamente frente a un extraño edificio, rodeado de descampados. Los dos bajaron y el joven siguió al viejo una vez más. hasta adentrarse en lo que parecía un galpón abandonado. Tenía algunos vidrios rotos y se veía mal pintado por fuera. Caminaron adentrándose en el edificio, que poseía escasa luz y estaba completamente vacío.
-Creo que aquí estará bien. No hay muchos mirones alrededor, o si?- Dijo el viejo dirigiéndole una sonrisa a Mark. -Ah, por cierto, puedes llamarme Mifune. Verás... esto es complicado de decir. Alguna vez en mi juventud fui algo similar a un héroe. Los maleantes huían al verme llegar, y defendía la justicia... a mi manera. Pero como podrás ver, soy viejo. Mis huesos ya no pueden recibir el castigo de antes, y siempre quise tener algo así como... un sucesor. Alguien que siga mi camino, que transcurra por donde yo ya estuve. ¿Me sigues?-
Mark estaba algo confundido, aún no salía de su asombro. ¿Acaso estaba dentro de una alocada historia sobre héroes y villanos, gente que envejece y se preocupa por la justicia cuando ya no estén? Pero... al mismo tiempo se sentía bien tener algún modelo a seguir, no solo vagar sin rumbo por la vida. Luego de unos segundos pensando y analizando, el joven respondió.
-Esto es algo... extraño. ¿Qué te parece si hacemos un trato? Tú me enseñas todo lo que sabes, tus creencias y tu camino, y yo decido si seguirlos.- Mifune lo miró algo sorprendido.
-Eso que acabas de decir es algo injusto, y lo sabes. Pero, creo que tienes derecho al menos a eso. Bueno, lo primero que tengo que decir es que me gusta tu estilo de pelea, por eso te traje. Pero te faltan cientas de cosas por aprender. No puedes estar tirando golpes como un loco. Además tienes que aprender a controlar tus poderes...-
-¡¿Quién te dijo sobre...?!-
-¡Tranquilo! Tengo muchos ojos en la ciudad que me informan. Pero tienes que aprender a combatir sin usarlos. Nunca sabes en que situación te encontrarás, y no puedes depender solo de tus genes. Tienes que confiar en tu propia fuerza. Es por eso que hoy te enseñare el arte de la espada... un arte milenario, y completamente honorifico y justo. ¡Agarra!- Dijo Mifune mientras le lanzaba un bulto. Mark apenas había notado los dos paquetes alargados que traía bajo el brazo. El hombre desenfundó una larga katana, y el joven lo imitó. -Comienza el entrenamiento- Dijo el viejo con una sonrisa.
Durante un lapso de tiempo que parecieron horas, el hombre que se hacía llamar Mifune instruía al joven Big Bang en el arte de la espada. Movimientos básicos, técnicas, y muchas otras cosas. Las espadas chocaban con agudos estruendos, que cortaban el tenso silencio antes de cada estocada. Al cabo de varias horas, Mark ya tenía bastante idea acerca de manejo de la espada, puesto que Mifune era un espectacular maestro, y además no le faltaban facultades. Parecía que había nacido con una espada incrustada en el brazo. Sus movimientos eran naturales y fluidos, y podía percibir ataques como un espadachín con experiencia. Pero aún le faltaban miles de cosas por aprender. Decidieron tomar un descanso, sentándose en elfrío cemento bajo sus pies.
-Vaya... te mueves bien chico. Me recuerdas a mi en mis tiempos mozos.-
-¿Hablas de la prehistoria? Increíble que alguna vez hayas sido joven.- Dijo Mark burlonamente. Mifune sonrió de oreja a oreja, y continuó.
-No te confíes demasiado muchacho. Te falta demasiado como para confiarte. Espero que aceptes este pequeño regalo de mi parte... - Dijo extendiéndole la katana que había estado usando durante la práctica. -Es mi vieja espada, Kamui. No te digo que sigas mis pasos, pero al menos no dejes de practicar. Escuché que el legendario Tony Stark abrió una Academia de Superhéroes. Creo que deberías ir. Allí encontrarás la ayuda necesaria, mucho mejor que la mía.- Luego de dirigirle nuevamente una sonrisa, se paró dificultosamente. -¿Te llevo al aeropuerto?- Dijo mostrándole las llaves del auto. Mark no sabía que decir, estaba atónito. No podía creer la generosidad del hombre.
-Con llevarme a mi hogar está bien, gracias. Allí pensaré lo del viaje...- Mintió el chico. Ya había tomado una decisión.
Mark bajó del auto luego de saludar a Mifune. Este le había dicho que debía volver a comunicarle su decisión. Cuando aprendiera a controlar sus poderes volvería a escuchar acerca del camino del enigmático héroe. Saludó al viejo y caminó hacia su casa. Iba a emprender un nuevo viaje que cambiaría su vida. Una vez dentro de su hogar, preparó una valija algo pequeña. Allí puso solo la ropa necesaria, él no deseaba llevar más peso del estrictamente necesario. Al terminar, notó que estaba completamente agotado. Después de todo, había estado entrenando con el viejo durante casi 10 horas. Afuera estaba oscuro y la luna ya estaba en lo alto del cielo nocturno. Luego de comer algo y poner el despertador a las 7 AM, se recostó y quedó profundamente dormido. Su mente se lo estaba pidiendo a gritos.
La alarma sonó reiteradas veces hasta que Mark tanteó la mesa de luz buscando el reloj. Se levantó, y entre bostezos se vistió. Mientras desayunaba y leía un libro que había comprado recientemente, notó algo fuera de lo común. No había escuchado ruidos de automóviles en ningún momento, lo cual era raro puesto que a esa hora la gente salía a trabajar. Pero no le dio mucha importancia y prosiguió con la lectura. Minutos más tarde se encontraba reservando un pasaje de avión por teléfono. El vuelo saldría en aproximadamente dos horas, pero saldría en ese momento para evitar imprevistos.
Con la valija a su lado y la katana colgada al hombro, salió por la puerta principal. Pero algo estaba mal. La sorpresa de Mark fue enorme al ver que tanto la calle como la vereda, e incluso los autos allí estacionados, estaban cubiertos por una gruesa capa de pasto, oscura y salvaje, que parecía crecer con cada segundo. Parecía si un bosque se estuviera alzando en el medio de la ciudad. -Pero qué caraj...- Se preguntó el joven. No comprendía el por qué de éste extraño suceso completamente insólito. La ciudad se encontraba vacía, además.
Mark presintió que sería otro día agitado. Comenzó a caminar buscando alguna persona que pudiera decirle que había pasado, pero no hubo caso. Se apoyó contra un viejo y pequeño árbol, esperando ver aparecer alguna señal de vida humana. -No entiendo que sucede... Solo espero sea algún error humano, y no obra de u...- Pero no pudo terminar la frase. El árbol contra el que estaba apoyado comenzó a vibrar fuertemente, provocando que el joven entrara en estado de alerta. Luego, una larga rama intentó golpearlo justo en la cabeza, pero gracias a sus reflejos y velocidad sobrehumana pudo esquivarla fácilmente, y luego saltar hacia atrás alejándose.
Lo que pasó después fue increíble. El árbol comenzó a agitarse violentamente, y sus raíces comenzaron a separarse del suelo, hasta quedar afuera completamente. Los otros árboles de la cuadra tuvieron la misma reacción, moviéndose lentamente hacía donde Mark se encontraba. Parecían ser violentos y querer herirlo, agitando sus hojas y provocando un ruido amenazador. -¡¿QUÉ DEMONIOS PASA?! ¡¿ACASO ESTÁN TRATANDO DE MATARME?!- Pensó alarmado.
Sin dudarlo, el joven héroe se alejó algunos metros rápidamente, y creo tres clones. Éstos corrieron adentrándose en la horda de árboles, y antes de que fueran destruidos por la violenta vegetación, explotaron, produciendo un fuerte estruendo. Ramas, madera y hojas secas volaron hacia todas direcciones, destruyendo las vidrieras de los negocios aledaños. Mark se refugió detrás de una camioneta, quedando ileso. Aún no terminaba de comprender lo sucedido. Pero trató de serenarse y siguió caminando, alerta ante cualquier peligro. Pero el peligro ya lo había encontrado a él.
-¿Cómo osas destruir la naturaleza? ¡Ahora la naturaleza cobrará venganza!- Escuchó Mark a sus espaldas. Hubiera sido golpeado en la cabeza con un largo bastón, de no ser porque Mifune bloqueó el golpe con su katana. El atacante retrocedió, y ahora Mark pudo verlo de completamente. Parecía un hippie, con un cabello largo y verde que le llegaba hasta la cintura. Llevaba ropas similares a túnicas, ostentosas, y con ellas parecía el soberano de algún pueblo antiguo. Poseía un bastón largo, que terminaba en bifurcaciones, similar a la copa de un árbol sin hojas. -¡M-Mifune! ¿Qué haces aquí y que está pasando?- Titubeó Mark. -He estado cortando plantas asesinas todo este tiempo, sinceramente no tengo idea. Pero creo que tiene que ver con este loco aquí presente. ¡Ey, tú, lunático! ¡¿Quién demonios eres?!- Gritó el viejo.
El pintoresco hombre comenzó a reír perversamente, y se produjo un largo y tenso silencio. Finalmente, el exótico villano respondió. -Pobres mortales que sucumbirán ante la revolución. Una nueva revolución que acabará con los humanos. Soy Father Nature, el padre de la naturaleza, amo y señor de las plantas. Ya he visto lo que hace los hombres. ¡Cortan, queman, arrasan, contaminan, destruyen! Pero nunca más. Destruiré ciudad por ciudad, llenándola de vida y acabando con los invasores. ¡Hoy comienza la venganza de la naturaleza!- Dijo Father Nature, con una ira acumulada hacía ya largo tiempo. Luego de decir esto, extendió el bastón hacia el suelo, y de este crecieron 5 plantas extrañas, similares a humanos. Estos humanoides medían cerca de dos metros de alto, y estaban constituidos por una maraña de hojas y enredaderas. -¡Sufran la furia de la naturaleza!- Gritó el hombre, mientras los humanoides corrían violentamente hacia los héroes. Sin dudarlo, Mark creó 3 clones, que desenvainaron sus espadas, y junto al original y a Mifune combatieron a estos monstruos. Hojas, ramas y clorofila volaban de aquí para allá, con cada corte de los héroes, hasta que solo quedaron restos sin vida de los elementales.
El hombre de verdes cabellos les echó una mirada asesina. Cada planta destruida le dolía como si de una puñalada se tratase. -Malditos... ¡Sufrirán toda mi ira!- Dijo mientras apoyaba una mano en la gruesa capa de pasto bajo sus pies. Cerró los ojos, concentrándose, y la tierra comenzó a temblar. Nuevamente, plantas y enredaderas surgieron, mucho más violentamente. Pero esta vez, envolvieron a Father Nature, y crecieron, hasta convertirse en un elemental de unos 5 metros de alto. Sus pies eran troncos gruesos, y sus manos ramas largas y afiladas, y su cuerpo producía un ligero resplandor verdoso . Su cabeza terminaba en algo que parecía una flor extraña, de color rojizo. El gigante humanoide rugió, y la tierra tembló una vez más.
-Parece que no puedo tener un día tranquilo. Iba a irme pacíficamente hacia Estados Unidos, pero tengo que matar a un loco que planea dominar al mundo con sus plantas. ¡Y ahora se convirtió en un loco gigante!. Que molestia...- Dijo Mark. Pero esa era su suerte, y solo le quedaba resignarse. Ahora el elemental comenzó a patear y golpear edificios. Todo se desmoronaba, y los héroes corrían tratando de salvarse de quedar bajo los escombros. Los clones de Mark treparon una de las piernas del gigante, y explotaron, destruyéndola. La pérdida del miembro causó que éste perdiera el equilibrio y cayera estrepitosamente. -¡Bien hecho muchacho! Ahora solo hay que d...- Pero antes de que Mifune terminara de hablar, la pierna del monstruo comenzó a regenerarse. Después de todo era como un árbol, y un árbol podía volver a crecer. Se paró lentamente una vez más y reanudó su camino de destrucción.
-Tengo una idea Mifune... ¡Distráelo!- Dijo Mark. -Para ti es fácil decirlo...- Respondió con resignación el viejo héroe. Este corrió ágilmente hacia el elemental, y le clavó su katana en la pierna. Éste apenas sintió una punzada, suficiente para llamar su atención. -¡Ven hacía aquí marihuana súper crecida!- Le gritó tratando de provocarlo, y se alejó velozmente para no ser aplastado. Mientras tanto, el joven Big Bang buscaba un edificio lo suficientemente grande como aplastarlo. Sus ojos se detuvieron sobre la torre de una iglesia, alta y suficiente como para matar a la gigantesca abominación. Se adentró en la estructura y creó dos clones, y buscó los pilares principales. Los clones estallaron, causando que escombros cayeran del techo y todo se agitara. Mark creó nuevamente 3 copias de si mismo. -Bueno, unos estallidos más y la iglesia caerá. Ahora, tú, ve hacia allá. Y ustedes dos diríjanse a ese punto, cerca de la esquina. A mi señal, esperen 3 segundos y estallen.- Les indicó. Salió del edificio y pudo divisar a Mifune huyendo del elemental a unas cuadras de allí. Corrió y gracias a su velocidad sobre humana, los alcanzó en segundos.
-¡Ahora que tienes su atención, sígueme hasta la iglesia! Aplastaremos al maldito.-
-¡Eso es una blasfemia, chico! ¡No puedes destruir la casa del Señor!-
-¡Si no lo hacemos, no tendrás ningún Dios que adorar y este idiota seguirá destruyendo ciudades! Mifune asintió, sabía que Mark tenía razón. Ambos corrieron evitando los golpes del gigante, hasta llegar nuevamente al edificio. Esperaron al elemental que se movía de manera torpe, y cuando esta casi sobre ellos, Mark silbó fuertemente, mientras se alejaba rápidamente con Mifune pasando por debajo de los pies del monstruo. El tiempo pasó...1...2...3 segundos. Y una explosión cortó con la tensión. La torre de la iglesia se desmoronó hacia adelante, aplastando por completo al enorme árbol viviente. Los héroes hubieran sido aplastados si se hubieran demorado un segundo más. La amenaza había sido erradicada.
-Bueno, supongo que eso fue todo. Bien hecho muchacho.-
-No fue nada... pero te agradecería que me llevaras al aeropuerto, o voy a perder mi avión.-
-Conque decidiste ir... de acuerdo. Pero te aconsejaría que te bañaras primero, estás empapado con clorofila.- Y era verdad. Su traje, el cual alguna vez había sido negro, ahora estaba lleno de manchas verdes. El joven río, hacía mucho que no lo hacía. Pronto se embarcaría en un viaje que lo llevaría a decidir que camino tomar, si el de un héroe o el de un villano que solo seguía sus intereses. Pero eso no importaba ahora. En ese momento solo debía alegrarse debido a su victoria. [color=orange]-Ya habrá tiempo para preocuparse por eso...-[/color] Pensó alegre. Ese día terminó una etapa de su vida, dejando lugar a nuevas aventuras.
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